La serie de artículos de Nikos A. Salingaros, David Brain, Andrés M. Duany, Michael W. Mehaffy y Ernesto Philibert-Petit, sobre el estudio de la vivienda social en latinoamérica continúa en esta ocasión indagando sobre la elección de los materiales de construcción. Revisa todas las publicaciones antiguas y el nuevo artículo, a continuación.
1- Diseño capaz de establecer 'pertenencia emocional' 2- Antipatrones de la vivienda social latinoamericana 3- Geometría de control 4- Biofilia, conectividad y espiritualidad 5- Utilizando el trabajo de Christopher Alexander 6- Estrategias de construcción para la vivienda social 7- Ejemplos de patrones y códigos generadores 8- Estrategias de diseño 9 - Secuencia de diseño 10 - Sugerencias prácticas para la realización de proyectos exitosos
11 - Vivienda Social en Latinoamérica: La necesidad de materiales adaptables
Prejuicios ocultos e imágenes de autoestima
Un factor importante, aunque olvidado, detrás de la elección de materiales es su atracción emocional hacia el usuario. La gente rica paga mucho dinero por materiales “amigables” para que su entorno les proporcione alimento emocional. La vivienda autoconstruida sigue los mismos principios inconscientemente, utilizando materiales baratos y de desecho de forma creativa para crear un ambiente que los satisfaga emocionalmente (arrogantemente subestimados como expresiones artísticas puramente “primitivas”). Esto contrasta con las texturas hostiles regularmente elegidas para la vivienda social como un esfuerzo por hacerlas más durables. Estos “firmes” materiales y superficies dan la impresión de dominio y rechazo. Es posible crear superficies durables y amigables, pero los desarrolladores no se han tomado la molestia de hacer esto para la vivienda social.
Para complicar más las cosas, el aspecto de los materiales de construcción deseados conduce a prejuicios ocultos e imágenes de autoestima, casi siempre específicas culturalmente y tal vez localmente particulares. En algunos casos, las instituciones que tienen el control prohíben los materiales que consideran de “bajo estatus” como el adobe (cuya superficie es “amable” y fácil de manejar, no como el concreto). Pero en muchos casos, son los mismos habitantes los que rechazan estos materiales adaptables en regiones en las que se utilizan en la construcción tradicional. Hassan Fathy simplemente no pudo lograr que la gente pobre aceptara vivir en casas tradicionales hechas de barro (Fathy, 1973). Este es un grave problema a nivel mundial. Esta es la imagen que representa el pasado menospreciado en vez del futuro utópico prometido.
La solución primordial a este problema debe ser cultural. Los ciudadanos deben redescubrir el orgullo de su propio legado y de sus formas tradicionales de construcción y el gran valor y placer que éstos proporcionan. Al mismo tiempo debe mostrarse el mito del enfoque tecnológico utópico tal como es — una imagen de mercadotecnia dirigida a un público ingenuo — mientras que los beneficios reales de la modernidad deben entenderse como completamente compatibles con las prácticas tradicionales (como el drenaje, la electricidad, la infraestructura, etc). De este modo, podemos regenerar la “inteligencia colectiva” respaldada en tradiciones culturales, e infundida de nuevas y mejores adaptaciones.
Como lo escribió Jorge Luis Borges: “entre lo tradicional y lo nuevo, o entre el orden y la aventura, no existe oposición real; y lo que llamamos tradición hoy es un conjunto de siglos de aventura”.
Cuando un gobierno construye vivienda social, desea resolver dos problemas de una vez: dar vivienda a personas que no tienen la capacidad de comprarla y utilizar materiales industriales para disimular la situación económica. Hay una buena razón para lo segundo pues el gobierno está relacionado con los mayores productores de materiales industriales para construcción. Es importante para la economía el consumo de estos materiales en proyectos subsidiados. Sin embargo, esta puede no ser la mejor solución para la vivienda. Hay dos motivos: uno tiene que ver con la economía y el otro con la conexión emocional.
La competencia entre la permanencia y la adaptabilidad
El auto-constructor de una favela utiliza materiales baratos, de desecho, tales como madera, láminas de asbesto, láminas corrugadas de acero, piedras, plástico, bloques de concreto abandonados, etc. Mientas que existe una deficiencia obvia sobre la permanencia de estos materiales (que se vuelve catastrófica en tormentas e inundaciones), su enorme ventaja es su adaptabilidad. Los auto-constructores tienen toda la libertad para determinar la forma y los detalles de sus viviendas. Utilizan esta libertad para adaptar la estructura construida a las sensibilidades humanas. Esto no es posible cuando el gobierno construye módulos de vivienda con materiales mucho más durables como el concreto reforzado. La gente debe poder realizar cambios, como principio. Esto se contrapone los conceptos de permanencia/rigidez y temporalidad/libertad que influencia la forma de los edificios.
La vivienda social debe construirse con materiales permanentes pero baratos, los edificios frágiles no son útiles para la gente. Las favelas construidas con palos y lámina de cartón no son modelos a seguir. Sin embargo, desearíamos preservar en lo posible la LIBERTAD DE DISEÑO inherente al utilizar materiales más temporales. Esto es esencial para garantizar los ajustes de diseño que generará una geometría viviente. En las mejores casas auto-construidas, cualquier sobrante de material se utiliza de forma precisa para crear un tejido urbano viviente — un proceso sofisticado que tiene comparación con los mayores logros arquitectónicos de cualquier lugar. La única solución que encontramos para este conflicto es que el gobierno provea de los materiales adecuados (permanentes pero fáciles de manejar, cortar y de dar forma) que los usuarios puedan utilizar en la construcción o modificación de sus hogares.
Siempre habrá competencia entre la permanencia y la adaptabilidad. Las adaptaciones en la forma son semejantes a la reparación y auto-curación de un organismo, pero casi siempre se malinterpretan como degradación de un proyecto. De hecho, la geometría está tratando de curarse a sí misma (por medio de acciones humanas) después de la imposición de formas innaturales, alienígenas. Esta es una evolución natural orgánica, y no deben ser disuadidas simplemente porque contradigan la visión “pura” de un arquitecto de cómo DEBE vivir la gente. Debemos enfatizar nuestra desaprobación a la práctica inhumana de prohibir modificaciones a la vivienda social hechas por los residentes. Apoyamos el derecho de los habitantes a modificar sus propias construcciones siempre y cuando no afecten los derechos de los vecinos o del espacio público.
El intento original de ley que prohibía hacer cambios en la propia casa nunca logró su objetivo. Su propósito era prevenir legalmente la destrucción de edificios en los que el gobierno había invertido dinero. Sin embargo, nunca funcionó. Los residentes odiaban sus edificios (por su geometría y superficies hostiles) los vandalizaron y destruyeron y ninguna ley fue capaz de prevenir esto. Este uso creciente de materiales durables sólo llevó a obtener vivienda parecida a fortalezas, pero sus residentes las odiaban cada vez más y eventualmente las destruían. Las superficies y espacios opresivos lastiman el sentido de bienestar y provocan reacciones hostiles. La solución reside en que todos actúen en diferente dirección: haciendo unidades habitacionales que sean amadas por sus residentes, que entonces las mantendrán en vez de destruirlas.
Utilizar materiales disponibles baratos y fáciles de obtener
En su proyecto en Mexicali, México, Christopher Alexander introdujo un método innovador con la elaboración de ladrillos in situ utilizando una prensa manual y tierra local (Alexander et al., 1985). Él enfatizó esto como un aspecto crucial en el proyecto, a pesar de que los bloques de concreto ya estaban disponibles. Una razón fue el establecimiento de suministros locales para todos los futuros residentes. Los bloques de concreto no son caros, pero representan un umbral financiero. Otra razón es que estos bloques también limitan las posibilidades de diseño. Los bloques de concreto propician configuraciones estructurales estándar, descartando algunas formas y procesos adaptables que Alexander deseaba introducir.
Existen oportunidades para que la industria de la construcción participe por medio de esfuerzos dirigidos por el gobierno en estos nuevos proyectos de vivienda social, proporcionando elementos industrializados que se pueden incluir con versatilidad en muchos de los casos. Uno de los autores (EPP) ha desarrollado un modelo de autoconstrucción utilizando materiales disponibles baratos y fáciles de obtener tales como tierra apisonada para los perímetros, junto con el uso de módulos sanitarios industriales de bajo costo que incluyen tanque de agua, baño, lavabo y regadera y equipados con un filtro para el tratamiento de aguas grises para reciclaje. Los módulos propuestos también tienen usos estructurales e incluyen celdas solares para generar electricidad y paneles solares para calentar el agua y hasta cocinar. Estos módulos industrializados pueden ser producidos en serie, reduciendo costos y proveyendo tecnología mientras que se permite la flexibilidad necesaria y la libertad de diseño y evolución de las unidades.
Otro de los autores (AMD) ha investigado este concepto recientemente para un proyecto en Kingston, Jamaica. Este “dispositivo húmedo” de costo efectivo proporciona los corazones sanitarios y mecánicos que son los elementos más caros en un hogar, mientras que combina la habilidad de los usuarios para construir su propia casa bien adaptada.
Debemos mencionar el caso donde estos módulos industriales fueron reducidos en complejidad de tal forma que el edificio podía ser inicialmente más adaptable a las necesidades sociales. Alexander en 1980 trabajó en la construcción de vivienda social en la India y consideró el uso de cubos prefabricados de concreto que contenían las instalaciones para el baño, la regadera y la cocina (Alexander, 2005: Libro 2, p. 320). Esta solución siguió a proyectos exitosos anteriores de Balkrishna V. Doshi. Pronto fue claro, sin embargo, que la construcción de un basamento sólido (una plataforma que representa un patrón tradicional) para cada casa era más importante en la secuencia constructiva (porque era una prioridad para los residentes) que la construcción del cubo de instalaciones sanitarias. Entonces Alexander decidió gastar los limitados recursos disponibles en la plataforma, dejando una ranura para la futura anexión de instalaciones. Los residentes podían utilizar agua y baños comunes hasta que eran capaces de construir sus propias instalaciones. La plataforma era más vital para la vida familiar que el cubo de instalaciones.
Presentado por N.A.S. como discurso de apertura en el Congreso Ibero-Americano de Vivienda Social en Brasil, Florianópolis, 2006.
Traducción al Español de Nuria Hernández Amador, revisada por Ernesto Philibert Petit.
Bibliografía
- Christopher Alexander (2001-2005) The Nature of Order: Books One to Four (Center for Environmental Structure, Berkeley, California).
- Christopher Alexander, Howard Davis, Julio Martinez & Donald Corner (1985) The Production of Houses (Oxford University Press, New York).
- Hassan Fathy (1973) Architecture for the Poor (University of Chicago Press, Chicago, Illinois). Edición en Español (1982) Arquitectura para los pobres (Extemporáneos, México).